Amigurumis, una cabra en el país de las maravillas

martes, 21 de abril de 2015


Cuando empecé con el ganchillo, los trabajos que más miraba, que más me llamaban para intentar reproducirlos, eran gorros, bufandas, monederos, vestiditos..., hasta un día que me topé con un búho muy bonito. Ese día descubrí qué son los amigurumis, esos muñecos hechos a crochet que enamoran a los más pequeñines pero también a los no tan pequeños.

Buscando un poco por internet puedes encontrar infinidad de patrones para tejer amigurumis de todo tipo y de todos colores. Y eso mismo es lo que yo hice. Empecé por el búho, y a este le siguieron una jirafa, un conejo, un gato, un dragón y muchos más...











Hasta un día que, tomando una copa, una amiga, Montse Vila, me lanzó una propuesta. Se trata de la autora del cuento infantil: Cabretes al país de les meravelles, d'Edicions Sidillà (un libro que recomiendo ahora que se acerca Sant Jordi), y me propuso que le tejiera una cabra con las características de la cabra catalana, la protagonista de la historia. Su plan era llevarla a todas las presentaciones y lecturas que se han llevado a cabo desde la publicación del cuento, para compartirla con todos los niños y niñas que asisten.





No cabe decir que me ilusionó mucho la propuesta, pero ahora tenía un problema, debía encontrar el patrón de una cabra catalana... y no lo encontraba en ningún sitio. Las pocas cabras que hallaba no iban acompañadas del patrón, y, además, no me parecían demasiado simpáticas.

Entonces tuve que decidir si me rendía y abandonaba la empresa, o me tiraba de cabeza a la piscina y probaba de crear YO! mi propia cabra. La verdad es que no he sido nunca muy decidida, pero en este caso pensé que por probar no perdía nada.

Y así lo hice. Empecé por la cabeza, una de las piezas más complicadas porque no había hecho nunca una forma de ese tipo, y después de mucho hacer y deshacer, y de estar a punto de abandonar, conseguí dar forma a la idea que más o menos tenia en la cabeza. El cuerpo no me comportó demasiada dificultad, lo hice muy parecido al de un conejo que había hecho con anterioridad, y las patas la única complicación que tienen es que son muy delgaditas y cuesta un poca tejerlas.

Ahora ya tenía las partes más elementales, me faltaban las orejas, me encantó el resultado del tercer intento, los cuernos y la cola, piezas en las que la complicación vuelve ha estar en el tamaño reducido y la dificultad de tejer cuando empiezas con un anillo mágico de 4 puntos.

Uní todas las piezas (una de las cosas que menos me gusta de los amigurumis) y sólo me quedaba darle personalidad a la hora de bordar los detalles de la cara, ojos, mejillas y morro, y darle el último toque con un lazo rojo como el que lleva la cabra protagonista del cuento.




A Montse le gustó mucho y estoy muy contenta de haber sido capaz de crearla yo, sin patrón, y es por eso que estoy enamorada de mi cabra. Espero que también os haya gustado a vosotros/as.

Y hasta aquí mi primera entrada del blog. La próxima de scrapbook...





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